Eventos estratégicos: una tendencia que crece
“…Sueña el rey que es rey, y vive con este engaño mandando, disponiendo y gobernando; y este aplauso, que recibe prestado, en el viento escribe…” dice Segismundo en uno de sus monólogos más destacados de la obra teatral “La Vida es Sueño”. Su autor, Pedro Calderón de la Barca, muestra con esta teoría de la existencia humana, a la vida como una gran obra de teatro, donde cada uno de nosotros representa un papel. El mundo como un inmenso escenario donde hombres y mujeres son los actores. Idea que, también, sostiene y reafirma en otra de sus obras, “El Gran Teatro del Mundo”.
Desde tiempos remotos, el ser humano ha sentido la necesidad de estar en contacto con la escena, con el espacio teatral. Varios factores han dado lugar a que esta idea del hombre como actor protagonista tome más fuerza, sobre todo, en las últimas décadas:
El avance creciente y a gran escala de la tecnología digital, lo que permite realizar filmaciones y fotografías caseras y de fácil alcance para la mayoría (privilegio que en otras épocas sólo era reservado para unos pocos, como estudios especializados en fotografía o profesionales que contaban con equipos sofisticados para tal fin).
El surgimiento hace unos años -todavía vigente- del formato “reality” y de la idea de un Big Brother (Gran Hermano) donde el interés se centra en observar lo que una persona puede hacer durante las 24 hs de su día (producto que dio lugar a numerosos debates sociológicos).
Aparición de las “redes sociales” con infinidad de propuestas y aplicaciones para contar lo que se realiza en el minuto a minuto, o incluso en el vivo. Además de la opción de “Historia” que permite contar o elaborar un relato en imágenes de momentos vividos por el usuario.
Todos ellos, y sólo por nombrar algunos, han contribuido a ubicar al individuo en el centro de la escena (incluso y, sobre todo, donde la trama central pasa por su propia vida o lo que quieren mostrar de ella) y, ciertamente, cada vez se presenta con más fuerza y relevancia en nuestra sociedad. De esta manera, la exposición pública ya no es sólo propiedad exclusiva de las llamadas “celebrities” o artistas de gran renombre, sino que cualquier mortal puede convertirse en una de ellas con tal sólo hacer un click desde su celular y contar con un importante número de seguidores en las redes (podríamos citar como ejemplo, un caso paradigmático como es el de los “youtubers”, fenómeno que ya implica otro tipo de análisis que excede el del presente artículo).

En este escenario (y nunca mejor utilizada la expresión), el “evento” se presenta como la actividad social por excelencia. Con ayuda de la tecnología, hasta las propuestas menos ambiciosas, pueden convertirse en grandes potenciales de impacto, tanto para proyectos de índole social (bodas, cumpleaños, aniversarios, entre otros), como para aquellos de mayor magnitud, por ejemplo, del tipo empresarial.
El “evento” como elemento estratégico
Cada vez más las compañías consideran al “evento” como instrumento esencial para llevar a cabo las políticas de acción institucionales. Resulta imprescindible contar con una estrategia de eventos que se encuentre emparentada con los objetivos propuestos por la empresa en cuestión. Tal es así, que se convierte en una herramienta fundamental a la hora de asignar presupuestos y materiales de diversa índole para su ejecución, con el fin de que contribuya a lograr el alcance de sus objetivos.
Dentro de las tendencias, se destaca el uso de las aplicaciones tecnológicas. Las apps móviles constituyen la herramienta tecnológica por excelencia para afianzar la fidelización, la interacción antes, durante y después del evento, e incluso como testimonio de la experiencia del invitado. Todo ello, en pos de logar una prolongación en la comunicación con el asistente que se continúa, incluso, después del evento y que puede generar numerosas conexiones dando lugar al networking y engagement entre los convocados.
Con esta nueva realidad, la instancia del “evento” se presenta como una estrategia de marketing que no se compara con ninguna otra herramienta tecnológica o digital que pueda ofrecernos el mercado, porque ninguna de ellas resulta tan completa. En el evento se ponen en juego todos los demás elementos de comunicación e imagen institucional al mismo tiempo: RRHH, piezas de identidad visual, elementos sonoros, prensa, multimedios… y, fundamentalmente, puede contar con la presencia incomparable del VIVO, del aquí y ahora donde, afortunadamente, el elemento humano sigue siendo irremplazable.